SANTAELLA EN EL TRIENIO LIBERAL (1820-1822)
por Rafael Ruiz González

Rafael del Riego, artífice de la insurrección y mito de la España liberal, nació en Santa María de Tunas (Asturias) en 1785 y murió ahorcado en la Plaza de la Cebada de Madrid, en 1823.

El 1 de enero de 1820, en el pueblo sevillano de Las Cabezas de San Juan, encendió la mecha de la rebelión liberal contra el régimen absolutista de Fernando Vil, que rápidamente prendió y se extendió por todo el Estado, durante tres años escasos de régimen constitucional impuesto. Este es el corto, pero famoso, período histórico, bautizado con el nombre de "Trienio Liberal".

Gil Novales opina de Riego diciendo que "su gesto se convirtió en simbólico y repercutió profundamente en toda España, en la propia América española y en todo el mundo, que pasó así rápidamente a la fama y a una inmensa popularidad, como no la ha tenido en España ninguna otra figura de nuestra Historia contemporánea". El fue "el centro de la libertad española restaurada". Y en otro lugar dice que "con generosidad y sin crueldad. Riego políticamente sabe adonde va".

El Marqués de Lozoya escribe de Riego que "era un soldado impetuoso y valiente, de cortísimas luces, de condición arrebatada y de una vanidad pueril que superaba todo lo imaginable. En su iniciación el movimiento fue un fracaso".

Andalucía fue la pionera y el centro de las miradas de toda la España liberal, en particular las provincias de Sevilla y Cádiz.

El marco histórico de España, dentro del cual vamos a estudiar a Santaella es el siguiente:
- Una España con un Rey de los más funestos de su Historia.
- Una España metida en los odios y en la lucha fratricida de una guerra civil.
- Una España arruinada económicamente.
- Una España diezmada, además, por la fiebre amarilla.
- Una España que va a consumar en este período la pérdida definitiva de casi todo su viejo imperio colonial americano.

Demografía y Urbanismo

La documentación municipal consultada del siglo XIX es bastante más copiosa, en cuanto entra un régimen constitucional. Y ya en pleno Trienio contamos con un censo exacto de población de "494 vecinos y 2.274 almas". Y hasta de una tabla comparativa entre la población de 1820 y 1821, con el número exacto de muertos, nacidos (con indicación de sexo) y matrimonios. De diciembre de 1820 a diciembre de 1821 los habitantes descienden de 2.320 a 2.274; los nacimientos, de 112 a 108; los muertos, de 66 a 57; y los matrimonios suben de 21 a 30. Los varones nacidos son de 61 y 58 y las hembras de 51 y 50, respectivamente.

Estos datos, comparados con las cifras que da Madoz 20 años más tarde (3), de 487 vecinos y 1.948 almas, y con el padrón de 1813, de 548 vecinos y 2.192 almas, permiten unas conclusiones determinantes relativas a la población:

1a) La epidemia de fiebre amarilla parece no haber afectado a la Villa.

2a) Tampoco el estado de guerra civil supuso bajas importantes en la población. Lo que quiere decir que la guerra nos rondó muy cerca —Montilla, Lucena, Puente Genil, Aguilar—, pero aquí no se notó.

Efectivamente, no hay en las Actas Capitulares de este período ni una sola alusión directa a la epidemia. Solamente se alude en una ocasión a un problema importante de salud pública, debido al mal estado de las dos fuentes potables —la del "Pilarejo" y la de "La Mina"— "únicas de buen uso para la salubridad de esta Villa", que se hallan "enteramente undidas" y causan fuertes dolores de estómago a la población. Un año antes hay una alusión a la enfermedad, cuando se acuerda sacar dinero de los bienes de Propios para cercar la Villa, "como único medio de apreserbarse del contagio desolador que le amenaza"

Tampoco la población parece resentirse un ápice por bajas de guerra: 2.192 almas en 1813 y 2.320 en diciembre de 1820 hacen unincremento de 128 habitantes en siete años. Riego estuvo en Montilla en la noche del 6 al 7 de marzo, pero aquí no se registra la más mínima escaramuza de guerra (6). La Villa acepta dócilmente el cambio constitucional y no pasó nada. Cuando el 25 de junio de 1822 los Carabineros de Castro del Río se levantan a favor del absolutismo, corre la sangre en Montilla, Aguilar, Puente Genil, Lucena, Cabra, Córdoba. En Santaella no se detecta ni siquiera inquietud por estos hechos de guerra que la rodean. Tan sólo al principio del Trienio los capitulares deciden solicitar una fuerza armada al Capitán General de Andalucía por haberse marchado la Partida de Caballería "Farnesio , que se hallaba establecida antes en la Villa. Le ofrecen como cuartel "el Cortijuelo nombrado del Arenal, propio de don Antonio Juan Villalobos" (7). Pero las razones aducidas no son de guerra, sino porque el pueblo está rodeado de malhechores, que roban por doquier. Esta acta es el eco de otra de marzo de 1819, en la que vale la pena deternerse, por el dato que aporta sobre la famosa Partida de bandoleros, llamada de "Los siete niños de Ecija".

Ante la plaga de ladrones que hay en el término, "que transitan por efecto de ser de corta población esta Villa y su campiña muy dilatada para ejercitar impunemente sus correrías y robos, aviéndolos cometido en estos días precedentes por dos quadrillas, la una de siete montados y armados, y otra de quatro, que se dice ser procedentes de los niños de Ezija, y titulada la del Manco, Pancita y Carmoneros, de cuyos exesos oportunamente se ha dado cuenta a los Comandantes Militares...- y como que por el Excmo. Sr. Capitán General, a petición de esta Corporación se había mandado que nunca faltase por las causas enunciadas en esta Villa el competente Destacamento, para que con el auxilio de este corto vezindario y temor de que quemasen sus Haciendas y Cortijos, como con frequencia lo han executado, se persiguiesen a tales malhechores hasta lograrse su esterminio, como se practicó con la precisada quadrilla de los niños de Ezija, que con el auxilio del Capitán Bobadilla del Regimiento de Caballería de Santiago, se logró la muerte del llamado Portugués, prisión de otro llamado Hornero y la del Fraile, que de resultas de esta persecución fue arrestado en la Villa de Aguilar pueblo de su naturaleza, y por averse disipado esta atroz quadrilla fueron los más de sus individuos arrestados o muertos... Para el esterminio de las dos actuales quadrillas, que cruzan diariamente cometiendo sus exesos, decretó este Ayuntamiento... se represente al Excmo. Sr. Capitán General Conde de Abisbal... hacer destinar un Destacamento de Tropas, removiéndolo en caso necesario de las Villas de La Rambla, Puente de Don Gonzalo, Real Carlota, u otros puestos donde acaso no sean tan útiles... dejando a cargo de esta Corporación facilitar el Quartel, como lo tiene executado este mismo día".

Referente a la población de Santaella, se documenta un dato significativo en términos comparativos con los pueblos de Montalbán, La Rambla y Fernán Núñez, "teniendo el 1° doble vecindario que ésta, y la 2a y la 3a triple". Es poco fiable la verosimilitud de este dato, referido a Montalbán, ya que Madoz asigna a Montalbán 2.524 almas y 2.512 a Santaella. Sí parece válido para La Rambla (9.000 h.) y para F. Núñez (5.652 h.).

En dos ocasiones se documenta la población de La Guijarrosa. La primera el 20 de junio de 1820, dando una orden al fraile dominico Fr. Rafael de Hory, residente en San Pablo, que hace el oficio de Cura, para que en la misa que se dice en Molino Blanco notifique las elecciones. Y la otra en enero de 1823, para nombrar allí una autoridad municipal, diciéndose expresamente que su población es "de unos quarenta vezinos".

Dos hechos destacan documentalmente en cuanto a la forma de vivir de los santaellanos del Trienio: el estado de las calles y la inseguridad ciudadana.

En la misma Sesión en la que se acuerda el arreglo de las dos fuentes potables —"Pilarejo" y "La Mina"— se acuerda arreglar las calles principales —Corredera, Paraísos y Santa Lucía—, que se hallan "en el peor estado imaginable, impracticables absolutamente para el paso, no solamente de las carretas y bestias, sino también de las personas, siendo también nocibos a la salud pública los depósitos de fango y suciedades que se forman en los barrancos".

Pero lo más grave es el estado caótico de la seguridad pública. En agosto de 1820 hay orden del Jefe Político Provincial de obligar a todo vecino a llevar consigo un pasaporte, extendido por el Ayuntamiento, para distinguir al hombre honrado del vago y delincuente. Al tercer día, multa de 4 ducados y cárcel; a la 2a, 8 ducados y 20 a la 3a. Elpasaporte era gratuito y las multas se destinaban a imprimir dichos documentos.

En marzo de 1821 los santaellanos deben demasiados licores y el Ayuntamiento prohibe vender bebidas después de las 12 de la mañana y después de las 9 de la noche, bajo multa de 10 ducados al vendedor y dos ducados y cárcel al bebedor. A las diez de la noche, salida de la Ronda y a todo el que ande por la calle sin motivo, multa de dos ducados y cárcel. La ronda la hacían turnos de vecinos voluntarios y la Milicia Nacional. Pero la situación no mejora y, cuando el Trienio está concluido prácticamente (abril de 1823), se dispone cerrar los portillos de las bocacalles, "cerrándose con llave las puertas del Arenal y para que se haga practicable el paso de los vecinos, se forme desde luego un camino que se dirija desde la puerta llamada del Pilarejo hasta el Arenal... y que no se haga tránsito alguno por la del Arenal, porque por ella ha sido sorprehendida esta población las veces que han sido introducidos los facinerosos en ella... que se cierre Ja bocacalle llamada del Pilón, avriéndose la puerta en la esquina de la hermita de San Mateo, evitándose no se sorprehenda la del Pilarejo, hayándose enfrente la una de la otra". A este pleno extraordinario de seguridad ciudadana acuden muchos vecinos y hay un verdadero pánico por las "quadrillas de labradores que amenazan esta Villa, haciendo sus correrías por las inmediaciones de ella". También se ordena tapiar todos los corrales de las casas. En 1821 todavía no se ha empedrado ni siquiera la Corredera, "que es la principal de esta Villa", con barrancos y "podrideros de ediondez malignos". Y la inseguridad ciudadana fue en aumento.

La estructura urbana de la Villa era la siguiente, siguiendo los censos de Contribución Urbana, Territorial y de Consumos relativos al Trienio:

En la calle Carnecería se encuentran la Cárcel Nacional (subterránea), 1 fábrica parroquial y la Cofradía de Animas.

En la calle La Iglesia, una fábrica de la Parroquia.

En la calle Aguililas, otra fábrica de la Parroquia.

En la calle Mesón, otras dos fábricas de la Parroquia.

En La Plaza están la carnecería, tres casas del Conde del Albercón (entre ellas la suya propia, que es la de mayor contribución urbana), la "Casa desimal" y las "Casas Ayuntamiento".

En la calle Corredera, el "Fideicomiso de Alcayde" y el Granero del Fideicomiso de Alcaide.

En la calle Arenal, otro Fideicomiso de Alcaide.

En la calle Paraísos, el Pósito común de granos y otra fábrica de la Parroquia.

En la calle Ballinas, otra fábrica de la Parroquia (Horno de pan).

En la calle Palillos, la única cochera de la Villa, propiedad de Alcayde.

El total de casas contribuyentes del pueblo era, pues, de 374.

La economía

Contamos durante el Trienio con unos informes municipales detalladísimos, por trimestres:

Agricultura: "No se aumenta el número de labradores de esta Villa, antes se disminuye. No se introducen nuevos métodos de cultivo y los arrendamientos de tierras van en mucha decadencia".

"Las cosechas de Granos y de Azeite y la corta de bellota que produce este término han sido estérilísimas... El estado de cultivo está descuidado por la falta de medios para el pago de operarios que facilitan con las escardas la buena mies... Sería necesaria la protección del Govierno. Las tierras divididas en pequeñas porciones serían útilísimas, abiendo manos suficientes en el Reino que las cultivasen.

Los arrendamientos de tierras se ejecutan ordinariamente a Pan terciado con esterilidad en esta campiña.

El grandioso proyecto de desvinculaciones no deja de proporcionar transmisión de propiedades y Ventas, no se disecan terrenos pantano-sos, ni se mejoran los caminos rurales, porque no se proporcionan medios para ello. Probablemente se mejoraría el bien estar de los Labradores, si se aumentase el aseo y comodidad para su vivir.

En el sentir y libre opinar de esta Corporación combendría restablecer el aprovechamiento común de pastos, según lo estaba anteriormente, para el fomento de la cría de ganados, deteriorada esta por no aber dehesas y carecer el general de la Agricultura de este ramo auxiliar tan precioso".

Montes y Plantíos: El inforrhe dice que hay montes bajos y altos, todos de dominio particular y que no hay medidas para contener "los exesos de su arranque". Tampoco se ha hecho plantación alguna de esta clase de terrenos, "pero sí de viñas y árboles frutales en terrenos inútiles e infructíferos, que facilitaron anteriores Ayuntamientos a manos industriosas y laboriosas que los cultivan, que debía obligarse a los grandes propietarios de esta Campiña, que tienen terrenos a propósito que los diesen a zenso para continuarse esta tan útil plantación".

Ganadería. "Las especies de ganados que más comúnmente se crían son el Bacuno, Cavallar, Asnal, de Cerda, exclusivos para la Labor, y auxiliares de ella, el Lanar y Cabrío". A continuación se informa de su disminución, por falta de aprovechamientos comunes para su fomento y que están protegidos "expecialmente el Lanar y Cavallar"; que se exportan las lanas para las fábricas del Reino "y aun extranjeras", y que el caballar destaca "por la bondad y excelencia de sus razas", teniendo gran acogida en las ferias y mercados de la Capital, de Cañete de las Torres, y de la ciudad de Ecija.

Comercio. "No hay más comercio en esta Villa que la venta de Granos y Ganados que hacen los Labradores de sus propias cosechas".

Industria, Artes y Manufactura. En febrero de 1823 nos dice el informe que "ay dos fábricas de ladrillo y teja y un telar donde se fabrican lienzos". Las dos primeras se encuentran en un momento bueno y la última en decadencia, porque los vecinos les tiene más cuenta el precio de las "mercaderías".

Establecimientos de beneficencia. "Ay una Casa Hospital sin rentas algunas". En ella se hospedaban los transeúntes pobres, sólo con derecho a cama.

Cementerios. "Ay uno en la mediación de esta población y convendría que se formase distante de ella, para evitar los perjuicios que puedan ocasionar los malos miasmas que arroja de sí en tiempo caluroso".

Pero vayamos al estudio más pormenorizado de la agricultura. Nos sirve de base el Repartimiento de Contribución Territorial del año económico julio de 1821-julio 1822. La cantidad base anual asignada a Santaella es de 1.207.714 reales de vellón, y ocupa el 10° lugar de la Provincia, incluida la capital. Están por delante Lucena, Baena, Cabra, Montero, Montilla, Castro, Priego y Aguilar.

Madoz asigna a Santaella un 34,53 de riqueza, tres veces superior a todos los municipios del Partido Judicial. Y una contribución por vecino de 324 reales, 25 maravedíes, el triple también del resto del Partido Judicial de La Rambla. De su terreno dice que es "campiña de superior calidad". Su término, 271,21 Km. cuadrados, o sea 27.121 hectáreas.

La distribución de cultivos, según el Catastro de Ensenada, es:

En tierra cultivada sólo le supera Baena, se le acerca Aguilar de la Frontera y casi duplica a los dos que le siguen. Castro y La Rambla. Los datos de Ramírez de las Casas Deza de 1840 asignan a Santaella mayor cantidad de tierra cultivada, más del 96. Las variantes de este autor son desconcertantes, si los comparamos con el Catastro de Ensenada y con los datos relativos al Trienio:

Como se ve, este autor parte de un término mucho menor (37.102 fgs.), no figura regadío alguno y, como consecuencia, el terreno inculto baja de un 9,4 a un 3,4.

Los datos de la Contribución Territorial citada son:

La situación sigue siendo casi idéntica a la época del Catastro; sólo se observa un ligerísimo aumento en la plantación de viña, como igualmente en regadío.

Casi todo este extenso y rico término se lo reparten los forasteros vecinos de Córdoba, La Rambla, Ecija, Puente Genil, Fernán Núñez, Lucena y Aguilar. En Santaella sólo hay un contribuyente muy fuerte, el Conde del Albercón, que iguala o supera a cualquiera de los forasteros. El resto son pequeños propietarios; aunque es muy sustancioso el arrendamiento de tierras, al pertenecer casi todos los grandes cortijos a la alta aristocracia cordobesa. Hemos contabilizado 21 grandes propietarios cordobeses, pertenecientes a la alta nobleza:

Si a esto añadimos el cortijo de "Fuente de los Santos", propiedad de la Real Colegiata de San Hipólito y el cortijo "Ingenieros", perteneciente a los Propios de la ciudad de Córdoba, arroja un total de 49 grandes cortijos. Pero a los grandes propietarios de la nobleza de Córdoba se añaden otros grandes propietarios vecinos de pueblos cercanos:

Un resumen de los contribuyentes grandes y medianos forasteros quedaría así:

Frente a este gran predominio de propietarios forasteros, en Santaella sólo figuran cuatro grandes contribuyentes, propietarios o arrendatarios; pero uno destaca como el mayor contribuyente del término: el Conde del Albercón:

Pero vale la pena detallar aquí la contribución de D. José Olaegui Postigo, Conde de Albercón:

Al total de 81.527 ris. se le deducen:

80 ris. valor de 2 arrobas de aceite para el Convento de "La Ruzafa" de Córdoba.
25 ris. por un Aniversario solemne anual.
335 ris. pagados a la Parroquia por el Septenario de Los Dolores.
1.500 ris. sostenimiento de la capilla, misa y ornamentos en su ca-serío del Albercón.
3.600 ris. pago anual en la Tesorería Nacional.
3.650 ris. sostenimientos de dos militares en el Ejercito.

Si tomamos como base 10.000 ris. de Renta Tributaria, los 15 grandes cortijos del término de Santaella serían:

Otro legajo económico, de septiembre de 1821, sobre Contribución de Consumos de Carne, aceite y vinagre, aporta datos sobre la economía del pueblo. A cada contribuyente se le asigna el número de cerdos y las arrobas de aceite y vinagre que tributa:

Las conclusiones que se derivan de estos datos son indicativas del nivel de vida de los santaellanos de entonces. De forma general, Santaella figura en el puesto catorce entre los 72 municipios de la provincia, con 43.662 reales de base fiscal por consumos. Los componentes del Cabildo Municipal, que suelen turnarse a través de buena parte del s. XIX, todos, menos uno, viven en el núcleo urbano moderno —Plaza, Corredera, Paraísos, el Viento—, y son los mayores contribuyentes del pueblo. Sin embargo, el Barrio Bajo o Antiguo concentra el porcentaje más bajo de poder adquisitivo; sirva como confirmación el hecho de que en la calle Nueva sólo 9 de 42 son contribuyentes humildes. En el sector del clero, de los siete eclesiásti-cos, tres son contribuyentes destacados. Y, finalmente, los vecinos de La Guijarrosa viven en su mayoría con desahogo (30 contribuyentes, de 32), y lo mismo ocurre en Las Huertas del Salado. En resumen, de los 494 vecinos del censo, 417 son contribuyentes —el 84,2— y 77 son declarados exentos —el 15,8—.

Siguiendo estos mismos datos de consumo, los productos básicos del Trienio son el pan, aceite, carne de cerdo, garbanzos, lentejas, arroz, habas, vinagre.

El pan es producto básico de consumo. El Ayuntamiento regula casi a diario su precio en sus tres variedades: pan bazo, pan blanco y pan de tahona, y lo hace de acuerdo con los precios del trigo en cada época del año y de las buenas o malas cosechas. A través del Trienio Santaella no suele tener problemas de abastecimiento de trigo y el pan se mantiene muy estable de precio: pan bazo, entre 30 y 25 mrs.; pan blanco, entre 30 y 34 mrs. y el pan de tahona entre 35 y 40 mrs. Durante el Trienio todo el pan se elaboraba y se vendía por particulares solventes de la saga Olaegui, hasta que en septiembre de 1823 —ya terminado aquel— ante los abusos de éstos, el Ayunta-miento nombra a seis panaderos oficiales.

El precio fiscal de cada cerdo es de 240 reales; la arroba de aceite, de 30 reales y la arroba de vinagre de 20 reales. Pero, por ejemplo, el precio real del trigo era de 41 reales la fanega y el del aceite de 9 reales el medio cuarto y de 6 cuartos la panilla.

Otro producto de consumo importado era la sal. El acopio para el año 1821 fue de 405 fanegas, y se traía de las salinas de Fuente de Piedras y otras próximas. Mientras que el vino y sus derivados se traía de Montilla, prácticamente en su totalidad.

Las fuentes potables que abastecían de ella a la población eran la del "Pilarejo" y la de "La Mina". Pero Madoz contabiliza cuatro fuentes "de aguas buenas", dos saladas y en 1828 unos baños de agua mineral sulfurosa, "descubiertos casualmente y muy frecuentados por los admirables efectos que producen".

Durante este Trienio hay un reparto de tierras de baldíos y Propios —junio de 1822—, siguiendo una orden de las Cortes. Se reparten 141 fanegas y se hace de acuerdo con un baremo oficial, según el cual tenían preferencia los colonos arrendatarios; la cuarta parte era destinada al llamado "premio patriótico". Todos los vecinos tenían derecho a ellas, pero tenían preferencia los retirados del servicio militar, los trabajadores del campo no propietarios y las viudas con hijos mayores de 12 años.

Los precios de los productos agrarios y de los artículos de consumo durante el primer trimestre de 1822 eran:

Finalmente, los jornales subieron de 3 reales en el primer trimestre a 8 ris. en el segundo.

Dos fueron los factores determinantes, referidos a la economía local: primero, que Santaella era muy rica, pero no era de los santaellanos. Y segundo, que todos los Gobiernos la machacaban literalmente con impuestos. Esta presión fiscal es una constante histórica importantísima. Y en este período del Trienio, en el que el Municipio se puede expresar más libremente, resulta dramático leer algunas actas. Hasta el punto de que en 1821, ante la escandalosa subida de impuestos a los artículos de consumo, se reúnen en el Ayuntamiento cerca de 50 vecinos y firman un documento de protesta a la Diputación, que es un auténtico manifiesto popular: "...hacemos presente que no podemos absolutamente satisfacer la expresada cantidad sin destruir este vecindario. Suponemos que el Gobierno haya dispuesto que esto se realize así, pero ablando con nuestro respeto a los mayores superiores, se ha cometido un grave horror, en recargar a este pobre vecindario que apenas deve pagar por el Consumo de Catorce a Quince mil reales (el impuesto oficial ascendía a 34.362 ris.)... jamás hemos visto que estos ascendieran a tanta mostruosidad: verdad es que este término contiene mucha riqueza... El resultado del presente repartimiento es según las noticias que emos arquirido con ciencia fixa, que el infeliz que en las antiguas rentas provinciales pagaba un real, deve satisfacer hoy treinta, y no nos devemos persuadir, que los principales governantes quieran deformar con sus operaciones la nobleza con que la Constitución y las Cortes, han extablecido la ygualdad de los ciudadanos... y estamos viendo con indignación que este vecindario ha sido recargado, para descargar a Puente Genil, Palma del Río y otros infinitos de Doble y Triple vecindario, con ruina de este infeliz pueblo... para elebar por nosotros la correspondiente queja a las Cortes por medio de S.M. el Rey Constitucional".

La sociedad

El resumen general de la sociedad santaellana del Trienio está marcado por cuatro grupos bien diferenciados entre sí.

El grupo aristocrático, formado por el de la nobleza y el clero, representa un porcentaje pequeño en el conjunto de la población; pero ostenta toda la hegemonía del poder económico y el monopolio del poder político en el gobierno municipal. Se observa perfectamente que controlan toda la vida local y se van turnando invariablemente como Alcaldes o Regidores. Y lo curioso es que esto ocurre incluso cuando sobreviene un cambio constitucional, con unas elecciones municipales que parecen limpias, aunque es verdad que acuden a votar muy pocos vecinos del total del censo, porque el resto es analfabeto. Estas elecciones tienen lugar por segunda vez durante el Trienio Liberal y el pueblo vuelve a elegir a los mismos. Unas doce familias, aproximadamente, vienen a formar la nobleza de la Villa, rotando como hijosdalgo en el cargo de Alcalde por el Estado Noble:

Don José Olaegui Postigo, Conde del Albercón.
Don José Mariano Olaegui Postigo.
Don Juan José Olaegui (soltero).
Don Alonso Olaegui Postigo.
Don José Ventura Olaegui.
Don Juan José de Arroyo.
Don Francisco José de Arroyo.
Don Rafael Arroyo Pérez.
Don Rafael de Arroyo Lucena.
Don Francisco Fernández Valderrama.
Don Manuel Doñamayor Postigo.
Don Gabriel Alcaide.

Este último aparece en época absolutista como Alcalde por el Estado Noble de la Hermandad.

Por su parte, los miembros del Clero secular suman siete: un Rector, un Párroco, y cinco Beneficiados o Capellanes. Uno de ellos pertenece a la familia Olaegui —Don Alonso Olaegui Calderón— y otro es Capellán de la ermita del Valle, nombrado directamente por el Obispo.

Don Alfonso Arroyo Villalba —Vicario— y Don Diego Serrano —Párroco— tienen fincas de olivar en la Guijarrosa e intervienen continuamente como intermediarios o emisarios en momentos importantes de la vida municipal.

Las rentas de las fábricas parroquiales son muy sustanciosas y en su mayoría son molinos de aceite o de trigo.

No parece existir clero regular alguno residente en la Villa, aunque alguna vez viven en el pueblo tres frailes con licencia para ello. Su presencia suele ser transitoria, con motivo, sobre todo, del tiempo de Adviento y Cuaresma.

El intento del acaudalado Don Gabriel Alcaide de fundar en la ermita del Valle una comunidad religiosa, en febrero de 1817, fracasa por el informe negativo del Cabildo Municipal, que rechaza el proyecto, debido "a la cortedad de este Vezindario... pues aunque este pueblo tiene riqueza territorial, se haya ésta distribuida en hacendados y forasteros... que con respecto a la distancia que se haya de esta Población el repetido Santuario, aunque los religiosos... pusiesen Cátedras de Latinidad y Primeras Letras, de cuya educación hay bastante necesidad, sería grabosa para la juventud, atendiendo al exesibo calor del verano y rigoroso frío y lluvias del Ibierno... Que en este pueblo no hay más que una Iglesia Parroquial con seis Pros. seculares, con inclusión de dos Párrochos... con tres religiosos residentes en el pueblo con sus licencias respectivas, y el de Abiento y Quaresma... para la predicación... y cinco Hermitas que hay, las tres dentro de la población y las dos extramuros con inclusión de la nominada del Valle... Que en la circunferencia de esta Villa, y a la distancia de seis Leguas, abrá como Sesenta Conventos de Religiosos.

El grupo del Estado General o pueblo llano lo forman labradores con diferentes niveles socioeconómicos y un grupo reducido de profesionales liberales —el de mayor cultura— y algunos artesanos. Entre ellos se encuentra el Escribano, dos Médicos, un Maestro y una Maestra de Primeras Letras, un oficial del Escribano, dos dependientes Subalternos, un Alguacil Mayor de la cárcel, un encargado del correo, un Pregonero con cargo de Alguacil y portero de Cabildo y un Letrado asesor jurídico. Los sueldos eran municipales, pagados de los fondos de Propios:

El grupo social mayoritario lo forman los medianos y pequeños agricultores, propietarios o arrendatarios, y la masa de jornaleros del campo, eventuales y en paro la mayor parte del año agrícola.

En cuanto a los grupos sociales marginados, sólo se documenta la existencia en el pueblo de dos familias gitanas durante el Trienio. Una es la arrendataria de la "Posada de esta Plaza Mayor", cuyo titular se llama Manuel de Porras.

En mayo de 1820 hay un buen lío en la Villa con su cuñado "castellano nuevo" Cristóbal Cortés, a quien el propietario de "las Casas mesón" —Don Rafael Arroyo Lucena— ha arrendado las mismas. Los gitanos gozan de malísima reputación entre los vecinos, porque había "mucha concurrencia de castellanos nuevos que con sus cambios de bestias han causado muchas questiones y turbulencias en el vecindario, así como también diferentes extracciones de bestias de los cortijos y caseríos de esta campiña". Cuando Cortés —originario de Ecija— empieza a descargar sus enseres en La Plaza, el Síndico Personero le exige la documentación y no es admitido hasta después de un largo trámite administrativo, en que demuestra de muchas formas su honradez.

El Municipio

Ya queda dicho que llama bastante la atención el hecho de que durante el Trienio, y en los frecuentes cambios de régimen del siglo XIX, cuando se celebran elecciones municipales, los santaellanos vuelven a elegir a los de siempre.

Invariablemente suelen ser los vecinos que disfrutan de una mejor posición económica. Lo mismo ocurre, cuando en ocasiones importan-tes hay que nombrar comisiones o Juntas, como la de Sanidad. Todo lo controla una oligarquía, compuesta por vecinos de la aristocracia local, por el clero parroquial y por labradores solventes.

La estructura de los Ayuntamientos absolutistas era la siguiente:

Alcalde por el Estado Noble
Alcalde por el Estado General
1° Regidor Decano
2° Regidor y Alguacil Mayor
3° Regidor
4° Regidor
1 Síndico Provisor General de la Villa
2 Diputados del Común
1 Síndico Personero

Paralelamente, suele nombrarse otro Ayuntamiento idéntico, pero que no constituye Concejo, por la Santa Hermandad.

Por su parte, los Ayuntamientos Constitucionales se componían de:

Alcalde Constitucional
1° Regidor
2° Regidor
3° Regidor
4° Regidor

Los Ayuntamientos Absolutistas se eligen invariablemente a finales de diciembre de cada año y empiezan a gobernar el 1 de enero. Durante la primera sesión se juran los cargos y se nombra buen número de cargos: Alarifes, Procuradores de Causas, Guardas de Campo, Receptor de Bulas, Diputado de Guerra, Diputado de Fiestas y Festejos, etc. En la misma sesión se suele recordar sin falta la Real Pragmática "para contener la bagancia y la osadía de los gitanos o castellanos nuevos". Los cargos suelen jurar también "defender la pureza de María Santísima".

La elección de Ayuntamiento Constitucional tiene lugar el 25 de marzo de 1820, con la vuelta a la Constitución de 1812, impuesta por Riego.

El acontecimiento se reviste de una gran solemnidad: anuncio público de las elecciones en la Plaza y difusión a voz de pregonero. En estas segundas elecciones constitucionales sólo votaron 87 vecinos. Todos elegían una terna, por orden de preferencia, y los nueve más votados elegían después al Cabildo.

A los diez días era la solemne toma de posesión en la Parroquia ante el crucifijo y se manda al cura un repique general de campanas, con iluminación general durante la noche.

En las primeras de 1812 sólo votaron 73 vecinos, de un padrón de 548, y sale elegido Don Manuel Doñamayor Postigo.

En los informes trimestrales durante el Trienio se empieza diciendo que en la Villa se observa "un grande amor a la Constitución". Pero, en cuanto sobreviene de nuevo el cambio absolutista, con la invasión francesa de los Cien mil hijos de San Luis, se dice que se vuelve al absolutismo "por haber fenecido y acabado el impuro y fanático sistema constitucional".

La religiosidad

No hemos encontrado documentada durante el Trienio alusión alguna directa a las tradiciones religiosas de la Villa.

Es verdad que la mentalidad liberal del momento era bastante hostil a lo religioso, en general, y a la Iglesia Católica, en particular. Pero de forma muy general los pueblos suelen seguir siendo muy respetuosos con sus tradiciones religiosas.

Además, las alusiones escritas se suelen documentar con motivo, sobre todo, de momentos difíciles para la población: malas cosechase terremotos, epidemias. El Trienio se inicia con una epidemia nacional de fiebre amarilla, pero en Santaella no parece tener incidencia.

Sin embargo, podemos colegir que la vida religiosa es práctica-mente la misma de unos años antes o después del Trienio.

La Virgen del Valle y el Patrón San Francisco de Paula son el eje principal del sentir religioso de los santaellanos. En un segundo término destacan la festividad del Corpus y toda la vida cofradiera que gira en torno a la Cuaresma, principalmente la hermandad de Jesús Nazareno y la cofradía del Santo Cristo de la Vera Cruz. En pleno Trienio se documenta la existencia de la celebración del Septenario de la Virgen de los Dolores, costeado por el Conde del Albercón.

Otras fiestas religiosas serían la de la Inmaculada Concepción y la de Adviento y Navidad.

En 1809 se documenta el traslado de la fiesta del Patrón San Francisco al día 29 de septiembre, día de descanso de todos los jornaleros del campo. La víspera se ordena un repique general de campanas y el día 29 hay una exposición del Santísimo Sacramento, seguida de la procesión con la imagen del Santo.

El diccionario Madoz asigna a Santaella un número de ocho ermitas, de dudosa veracidad histórica: tres dentro de la Villa (San Mateo, La Concepción y Santo Cristo) y cinco fuera, de las que sólo cita a la del Valle, "que destaca por su construcción".

En cuanto a los bienes de la Hermandad del Valle durante el Trienio, eran de 50 aranzadas de olivar de 3a clase, con una renta fiscal de 1.500 reales, y de la sustanciosa Testamentaría de Gabriel Alcaide, de 4.015 reales fiscales.

A lo largo de la primera mitad de la centuria, hasta el 6 de septiembre de 1829 no hemos encontrado en las actas municipales alusión alguna al "día de Ntra. Sra. del Valle ocho del corriente".

La terrible primavera y el verano del fatídico año 1834, en que la Villa se halla al borde de la desesperación, debido a la epidemia de cólera y al hambre, vuelve a retrotraerse al mes de abril la fiesta "...de el Sr. San Francisco de Paula Patrono de este pueblo de quien siempre se han recibido fabores singulares por sus ruegos al Ser Supremo en beneficio de este vezindario que se encuentra en la época presente rodeado de las mayores calamidades y necesidad de socorros y auxilios... para conseguir el alibio de los males que nos circundan"

Es tan angustiosa la situación de los santaellanos, que en la misma sesión se decide traer a la Parroquia a la imagen de la Virgen, "en atención a que en todas épocas nuestras aflicciones han sido socorridas singularmente por Ntra. Madre y Señora del Valle, en quien debemos tener una entera confianza por su poderosa interseción con su Santísimo Hijo ... y que en iguales casos con sólo haber traído a S.M. a esta Parroquial para más inmediato implorar por su mano los divinos auxilios ha logrado su remedio, era de parecer según se solicita por estos vezinos, que ancían por conseguir su alibio, se verifique... se solicita las oportunas Licencias de las Autoridades competentes para su traslación al Pueblo con la desensia y beneración debida"