A MI ENTRAÑABLE HERMANO ANTONIO
IN MEMORIAM
(26/2/1934 +9/1/2016)

Sic transit gloria mundi
Música, gaudii universalis Regina
(R. Ruiz)
Ubi música, ibi laetitia (R. Ruiz)
Frater caríssime noster, te in perpetuum amabimus R. Ruiz)
Virgo Vallis Regina, frater meus tecum per semper manebit (R. Ruiz)
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Como un homenaje póstumo en la Revista de Feria de 2016, quiero dedicar a mi entrañable hermano Antonio unas líneas de recuerdo biográfico emocionado, porque creo que se lo merece y para reconocimiento del pueblo, aunque sé que él nunca lo hubiera aprobado. No le gustaban para nada los agasajos, los homenajes, las loas, ni las alabanzas y ditirambos hacia su persona.

Trabajando un poquito la memoria, los tres hijos mayores de mis padres nacimos en la vieja casa parroquial de la calle Iglesia, porque el señor Rector, don Diego Millán Doncel (+1933), y el entonces Párroco paisano, don Ángel López Crespo, vivieron en la casa de la calle Corredera, hoy propiedad de Paco Martín Ruiz. Y don Ángel le cedió la casa parroquial, que estaba libre, a mis padres recién casados y a la hija de Segovia, Micaela. El Maestro Segovia era el Director de la Banda Municipal y “chantre” de la Parroquia. En sus ratos libres tomaba a mi hermano Antonio sobre sus rodillas y le enseñaba en el “armónium” canciones infantiles, admirándose de las cualidades melómanas privilegiadas de aquel niño. Así mamó mi hermano la música casi desde la cuna. Segovia también entonces lo inició en el solfeo.

Por entonces, en la casa de nuestro padrino-patriarca, Rafael el del Horno, siempre estaba sonando la música: bandurrias, laúdes, y, sobre todo, la guitarra. Allí aprendieron a tañer sus cuerdas, sobre todo sus hijos: José, Juan, Rafaelito, Curro, Manolo, y el más virtuoso en flamenco: “Paco el del Horno.”
Pronto mi hermano formó parte de una “orquestina” del pueblo como batería, que apenas le llegaban los pies al suelo (el segundo por la izquierda). Con él estaban, pero mayores, Antonio Cubo, “Bobas” y Alfonso “El Pelao”. Amenizaban las bodas y, sobre todo, las Ferias, cuando venían aquellas famosas “animadoras”, que hacían las “delicias” con sus canciones y bailes “airosos”, del reprimido público masculino pueblerino de entonces…
Ya mozalbete, Antonio llegó a aquel antiguo y perdido Imperio Romano, que reorganizó Eduardo Maestre García, y entró como educando en la Banda Municipal, ya dirigida por don Diego Manrique, aprendió solfeo y a tocar el requinto. Luego el clarinete, que llegó a dominar como todo lo que le interesaba, sobre todo, el saxofón, a los que, los expertos dicen que le sacaba un sonido especial, melodioso y perfecto.

Antes de su quinta, sentó plaza cuatro años como voluntario en Infantería de Marina de San Fernando. En aquella Banda Militar fue donde perfeccionó muchísimo sus conocimientos musicales: solfeo, composición, clarinete y saxo, muy buena formación de zarzuela y ópera, amén de la gran música clásica (Beethoven, Mozart, Chopin, Häendel…), de la que era un cultísimo fanático.

Cuando su empresa “San Lorenzo” lo destinó a Puente Genil, entró en contacto y se incorporó a la buena música de los discípulos del Maestro don Germán, famoso Director de la Banda Municipal. Muchos formaron parte de la música del prestigioso Imperio Romano: Tomás Ureña, “El Chango”, Antonio Cuevas, Juan Trigos, Juan Manuel Aguirre, etc. Y con algunos de ellos creó otra gran “orquestina”, que amenizaba bodas, Fiestas y Ferias por todos aquellos contornos. Alguna vez fueron contratados por nuestro Círculo de Labradores. Todos eran buenísimos músicos.

Fue un enamorado molómano durante toda su vida. Creador y Director de la última Banda Municipal de Santaella. Compositor de tantas obras, casi todas para el pueblo: marchas procesionales a todas las Hermandades de Semana Santa, una Misa a la Virgen del Valle, otra misa de Navidad, Himno al pueblo, pasodobles, habaneras…Todo lo tenía callado y escondido en su ordenador, sin saberlo nadie. Eduardo Arroyo Maestre lo ha rescatado y, por su “culpa”, no se ha perdido para siempre.

No debemos olvidar su gran maestría en la música de cuerda: guitarra, bandurria y, sobre todo, el laúd. Fue siempre el maestro en la sombra, el alma musical de la Coral Diego Manrique, y el Director de su magnífico quinteto-sexteto, junto con sus queridos alumnos, los hermanos Arroyo Maestre: Eduardo (laúd), José Miguel (guitarra), Sergio (Bandurria 2ª) y Luís (bandurria 1ª y Solista). Después se incorporó José Manuel Gómez (guitarra baja y contrabajo).

Nuestro “Antoñili” fue ejemplo y modelo respetado por todo y por todos durante toda una vida, callada y humilde. Mucho trabajó y todo lo hizo con altruismo por el pueblo y para el pueblo. ¿Sabrá su pueblo agradecérselo como se merece?...

RAFAEL RUIZ GONZÁLEZ
Cronista Oficial de la Villa
Santaella (Córdoba)
Revista de Feria 2016