Presentación:
Buenas noches a todos. Bienvenidos a la casa de María Santísima de la Soledad en esta noche de Martes Santo, donde un año más, nuestra Hermandad, con la colaboración del Ayuntamiento de Santaella y la Hermandad de Hijos Ausentes, celebra el RECONOCIMIENTO AL AUSENTE DEL AÑO. En esta ocasión, en su edición número XVII, coincidiendo con el 75 aniversario de nuestra Hermandad como grupo dentro de la Hermandad de Jesús Nazareno.
Señor Alcalde-Presidente del Ayuntamiento de Santaella, señor Cura Párroco, señor Hermano Mayor de la Hermandad de María Santísima del Valle, Presidentes, representantes de las distintas hermandades de la Semana Santa de Santaella, paisanos, hermanos y devotos:
Como he dicho, bienvenidos todos los asistentes y, cómo no, especialmente nuestro homenajeado de esta edición, don Juan Manuel Palma Franquelo y toda su familia y amigos.
Desde el año 2004, en el que este acto comenzó su andadura coincidiendo con la Feria Real, han sido dieciséis los ausentes homenajeados. Permitidme que los recuerde brevemente:
2004 Juan Delgado Ramírez
2005 Paco Martín Ruiz
2006 Paco Luque Palma
2007 José Luis Muñoz Perdigón
2008 Antonio Ríder Pérez
2009 Rafael Arroyo Osuna
2010 Lino Lechuga Carmona
2011 Gloria y Cándida Arroyo del Moral
2012 Andrés Alcaraz Alcaraz
2013 Cristóbal Estepa López
2014 José Luis López Luque
2015 José Ruiz Castón
2016 Antonio Cosano Álvarez
2017 Ángel Rivilla Toro
2018 Enrique Amaya Aguilera
2021 Antonio Valenzuela Godoy
Todos ellos, paisanos que por causas de la vida tuvieron que marcharse un día a vivir fuera de nuestra querida Santaella y para los que la distancia nunca fue un motivo de alejamiento, sino todo lo contrario, fue un motivo de amor incondicional en la añoranza de lo que dejaron atrás, y un motivo para querer volver siempre y colaborar con su pueblo en todo aquello que les fuera posible, aportando cada vez que tenían ocasión, su granito de arena para engrandecer su nombre. Y, como todos ellos, tú, Juan Manuel, eres sobradamente merecedor de esta distinción que hoy te quiere hacer tu pueblo con el mayor cariño posible, esta distinción por la que hoy te vamos a homenajear como “Ausente del Año”.
BIENVENIDOS, PUES, TÚ, TU FAMILIA Y TODOS LOS PRESENTES, AL ACTO DE RECONOCIMIENTO AL AUSENTE QUE SIN MÁS DILACIÓN VAMOS A COMENZAR.
A continuación, el vicepresidente de la Hermandad, Cristóbal Río, glosó la figura del paisano distinguido como Ausente del Año 2022, destacando la permanencia de estrechos lazos con Santaella a lo largo de una vida profesional larga y llena de éxitos:
Licenciado en Filosofía y Letras, Sección Geografía e Historia, por la Facultad de Filosofía y Letras de Córdoba en 1978.
En 1987-89 realiza el Programa de Doctorado: “Estudios de Prehistoria Andaluza”, de la Universidad de Córdoba, obteniendo la suficiencia investigadora.
En 1990 defiende su memoria de Licenciatura obteniendo la calificación de Sobresaliente por unanimidad de los miembros del Tribunal.
Entre los años 1988 al 1991 fue Colaborador Honorario del Departamento de Ciencias Humanas Experimentales y del Territorio.
Colaborador del Museo Arqueológico Provincial de Córdoba participando en diversas excavaciones y en la formación y ordenación del fichero fotográfico de sus fondos entre 1975 y 1983.
Realización de Prácticas Profesionales para el ingreso en el Cuerpo Facultativo de Conservadores de Museos (1976-79) y cursos monográficos de Restauración (1988-89).
En 1982 y 1983 es becado de la Excma. Diputación Provincial de Córdoba en las tareas de recuperación ordenación y catalogación del Patrimonio Histórico-Documental del Archivo Municipal de Santaella (Córdoba).
Desde 1987 es Miembro del Equipo Directivo del Museo Histórico Municipal de Santaella.
Ha sido Ponente, Organizador y Coordinador en los años 1993, 1995, 1997 y 1999 en las I Jornadas sobre Museos Locales y de las I, II y III Jornadas sobre Protección y Vigilancia del Patrimonio Histórico-Artístico destinadas a miembros de la Comandancia de la Guardia Civil de Córdoba.
Desde 1994 hasta 2023 ha sido presidente de la Asociación Provincial de Museos Locales de Córdoba de la que hoy es vicepresidente. Entre 1997 y 2013, vocal de la Comisión Andaluza de Museos y, desde esa fecha, Vocal Suplente de la misma.
Ha sido ponente en Jornadas sobre Arqueología en Nueva Carteya, en Cursos sobre Arqueología de la Universidad de Otoño de Andujar (Jaén), en el VII Curso sobre La Prehistoria en la provincia de Córdoba organizado por el área de Prehistoria de la UCO; en las III Jornadas de Arqueología Cordobesa y en la Mesa Redonda del Curso Museos Locales celebrada en Huelva, organizado por el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico en colaboración con la Asociación Profesional de Museólogos de España.
Profesor de Enseñanza Secundaria, hoy jubilado, en el Colegio San Francisco de Sales de Córdoba, en donde, entre 1995 y 2000 fue director Pedagógico de BUP-COU y subdirector de Enseñanza Secundaria desde ese año hasta 2007, coordinador del sistema de Certificación de Calidad del Centro, coordinador de la Plataforma para la gestión integral de un centro educativo Qualitas Educativa, habiendo sido uno de sus creadores y Coordinador de los Sistemas Informáticos del Centro.
Profesor de la E. U. de Magisterio de la Iglesia “Sagrado Corazón” de Córdoba en los cursos1989-90, 90-91 y 91-92.
Entre 2000 y 2013, impartió diferentes cursos de formación para profesores de todas las provincias de Andalucía, Extremadura y Canarias.
Desde 2007, Académico Correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes en Santaella.
Desde 2008, consejero colaborador del Instituto Español de Ciencias Histórico-Jurídicas de Córdoba.
Finalmente, fue pregonero de nuestra Feria Mayor de Santaella en 1995 y del 75 Aniversario de la Reorganización de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno en 2001.
Recientemente ha glosado la figura de Fernando III el Santo en los Sábados de Cuaresma de la referida Hermandad de Jesús.
Agradecimiento por el homenaje:
Sr. Alcalde de Santaella, Sr. Cura Párroco, Sr. Presidente de la Hermandad de María Santísima de la Soledad, Sr. Hermano Mayor de la Hermandad de María Santísima del Valle, representantes de Hermandades, hermanos, amigos presentes en este acto, a todos, muchas gracias por vuestro acompañamiento.
Cuando Cristóbal Rio, con el que compartí momentos interesantes de la historia reciente de nuestro pueblo, vicepresidente de esta Hermandad, me hizo llegar el nombramiento de Ausente del Año en la edición de 2022, tardé algo en reaccionar. Se trataba de una noticia en la que confluyeron de inmediato multitud de vivencias, devociones, admiración y, sobre todo, Santaella.
En mi casa (yo vivía en la primera planta mientras que en la baja lo hacía mi tío Manuel, cofundador de la Hermandad de Hijos Ausentes), cada año, el 10 de septiembre era un día especial, qué digo especial, un día solemne y grandioso, y con ese sentido de admiración y respeto hacia los ausentes, fui creciendo.
Por otra parte, yo he sentido, desde chico, una especial devoción por la Virgen de la Soledad, tened en cuenta que yo compartía mi casa con la de mi tía Victoria, una casa donde el espíritu de la Soledad rezumaba por las paredes y ¿qué queréis que os diga?, algo se va metiendo en uno (por supuesto, sin menoscabo de mi Jesús Nazareno de mi alma). Mirad, esto, a otros niveles, también lo estoy viviendo en casa con el fútbol: yo soy del Atlético de Madrid, el resto del Real Madrid, (bueno, menos mis dos nietos mayores, los mas sensatos, que son del Atlético), a fuerza de oír a los madridistas, de verlos disfrutar, bueno, también sufrir de vez en cuando, pues, como os he dicho antes, algo se va metiendo en uno de forma que también veo algún que otro partido del Madrid y me alegro con sus logros. Pues eso, salvando las distancias, Jesús Nazareno ocupa un lugar importante en mi corazón, pero a su lado está la Madre María Santísima de la Soledad. Así, unos y otra, Ausentes y Soledad, fueron siempre objeto de una admiración que aún hoy perdura y cuya evocación ensancha, hasta lo más grande, mi alma. Por todo ello, agradezco profundamente este reconocimiento que hoy recibo, aunque mantengo la duda de estar al nivel de aquellos que me han precedido. De todo corazón, muchas gracias a la Corporación Municipal, a la Hermandad de María Santísima de la Soledad y a la Hermandad de Hijos Ausentes de Santaella. Lo que hoy hacéis y yo asumo, me obliga a esforzarme día a día por estar a la altura de vuestra confianza y reconocimiento.
Santaella, como le puede pasar a cualquiera de los que estáis aquí, ocupa un lugar importante en mi vida; en ella transcurrió mi infancia, que recuerdo muy feliz; tened en cuenta que en la misma calle donde me crie, vivían cinco de mis seis tías (Manuela, María, Ní, Pepa y Victoria) y la sexta (Amalia) no mucho más lejos, al comienzo de El Arenal. Ya os podéis figurar el trato que recibía de ellas. Yo era el niño más chico del más chico de diez hermanos. Pura felicidad.
Con el tiempo, empezó la escuela, así se llamaba entonces, y disfruté con mis maestros a los que les debo muchísimo, D. Agustín Palma, mi primo Fidel Rodríguez y D. Rafael Amaya, cada uno de ellos dejó su impronta en lo que hoy se puede encontrar en mí.
Tras la escuela, la preparación para el examen de ingreso en el instituto, seguido de la preparación del examen de primer curso. De aquella época, tengo un especial recuerdo de D. José María Palma y D. José Arroyo, Lengua y Matemáticas, (ambos nos han dejado recientemente con pocos días de diferencia) Ellos marcaron la facilidad que siempre he tenido con estas dos materias y el partido que le ha sacado desde entonces. Me siento satisfecho porque, a uno y otro, tuve ocasión de agradecérselo pasado el tiempo.
Y a partir de aquí, empezó mi vida fuera de Santaella. Ingresé en el Seminario Menor con 11 años (Santa María de los Ángeles, perdido en la sierra de Hornachuelos, se levantaba en un risco sobre el río Bembézar y bajo un peñón que daba miedo). Hoy lo veo y reconozco que es un entorno fantástico, aunque con aquella edad no pensáramos exactamente igual. Empecé a sentir, como otros muchos, lo que era añorar a Santaella, con todo lo que suponía: familia, amigos, calles, campos… pero también aprendí a disfrutar, cuando volvía, de la primera vista de Santaella, esa que se tiene poco después de pasar el camping: allí aparece la Santaella añorada, con el conjunto de sus casas al pie de nuestra inmensa Capilla. A partir de ahí, ya me sentía en mi pueblo, en mi Santaella. Y, como tantos otros, yo volvía a encontrar mi sitio.
Más tarde, la juventud, fantástica, con mis dos hermanos como referencia y rodeado de buenos amigos que, con los años, logramos cuajar una charpa que aún hoy perdura: Cristo, Ángel, Pedro, Rafael Ángel, Antonio Rider, Antonio Córdoba, María Victoria, Carmen, Manoli, Cándida, Pilar Somoza, Pilar Jiménez y Pilar Rodríguez. Por desgracia, dos de ellos ya no están con nosotros, pero los tenemos muy presentes en el grupo que hoy conformamos y donde nos asomamos, prácticamente, a diario. Después, los estudios universitarios, el trabajo, el matrimonio, los hijos…, pero siempre, con mi punto de referencia: Santaella. Como muchos ausentes, yo he aprendido a vivir fuera de Santaella, pero no he podido aprender a dejar de pensar en Santaella…
Hace ya cerca de 30 años, en el pregón de nuestra feria, señalé tres elementos que se habían conjugado para, en el transcurrir del tiempo, dar forma a mi sentimiento sobre Santaella y hoy me doy cuenta de que tienen plena vigencia:
El primero, el ambiente de mi casa; desde muy chico comencé a oír, a sentir, a vivir y, lo más importante, a ver, que ningún esfuerzo, que ningún empeño, era demasiado grande cuando de Santaella se trataba. Y con eso me crie.
Más tarde, con la catalogación e inventario del archivo municipal, retazos del vivir de Santaella me fueron impregnando, y aquella imagen formada desde mi niñez fue cobrando más fuerza, más vida, si aún cabía.
Finalmente, mi compromiso con el Museo Histórico Municipal, compartido con otros amigos que tenían y tienen la misma inquietud, me ha llevado a situar a Santaella en las raíces profundas del vivir humano.
De la conjunción de estos tres ambientes, casa, archivo y museo surge mi sentir de este pueblo que está arraigado en lo más hondo de mi corazón.
Como comprenderéis, no puedo terminar sin aludir a uno de los principales activos de Santaella que ha marcado mi Norte: su inmenso Patrimonio que se ramifica en múltiples direcciones, natural, histórico, monumental, artístico, inmaterial y que, en parte, es lo me tiene aquí hoy. Cada generación lo recibe y es responsable de cuidarlo y de engrandecerlo, dentro de lo posible, para cederlo a la siguiente. Y así, generación tras generación, siglo tras siglo lo viene haciendo la Humanidad con mejor o peor fortuna.
Hoy en día, esa rutina adquiere una dimensión más amplia, porque vemos cómo el Patrimonio de un lugar determinado, bien gestionado, se convierte en un elemento de atracción de personas susceptible de generar riqueza, es lo que llamamos rentabilidad social del Patrimonio. Esto se ha entendido muy bien en amplias zonas de nuestra provincia, donde muchos ayuntamientos (Lucena, Baena, Priego de Córdoba, Almedinilla, Nueva Carteya, Santaella…) están invirtiendo en cuidar y engrandecer el Patrimonio de su municipios, en lo que, además, están respaldados por la Ley de Patrimonio Histórico Nacional en su artículo séptimo: Los Ayuntamientos cooperarán con los Organismos competentes para la ejecución de esta Ley en la conservación y custodia del Patrimonio Histórico Español comprendido en su término municipal, adoptando las medidas oportunas para evitar su deterioro, pérdida o destrucción.
En Santaella, se ha visto con claridad y poco a poco se ha ido consolidando una puesta en valor y una oferta de su Patrimonio por la que ya es conocida en el entorno desplazando, por fin, antiguas, y penosas, referencias. Como he dicho y de todos es conocido, el Patrimonio de nuestro pueblo es rico y muy variado: Museo, Barrio Bajo, la Iglesia, el Valle, sus fuentes, los humedales, la colonia de cernícalos primilla, nuestra Semana Santa (que ocupa un lugar preferente, porque año tras año va adquiriendo mayor relevancia y reconocimiento), y esperamos que a todos estos, en un futuro próximo, se sume la auténtica joya que tenemos en el antiguo cine del castillo, (los restos de un poblado con cerca de treinta siglos de antigüedad). Esta amplitud y cuidado del Patrimonio de todos nosotros cuenta, además, con una creciente difusión perfectamente promovida, coordinada y atendida desde la Oficina Municipal de Turismo.
Veamos un dato, en el Museo (y es lo único que voy a hablar de Museo porque como entre en él, no nos vamos hasta las “tantas”) se registraron el año pasado algo más de 2000 visitas, de ellas, el 40% venían de fuera. Quiere decir que unas 800 personas, arriba o abajo, vinieron a Santaella atraídas por elementos de su Patrimonio. Y no podemos olvidar que, en los desplazamientos, las personas pueden desayunar, comer algo, llevarse algún recuerdo… En definitiva, contribuyen a la riqueza de Santaella. Con lo que hemos de considerar que invertir en Patrimonio no supone hacerlo a fondo perdido, sino que, a medio plazo, reporta un valor añadido a nuestro pueblo.
Además de lo anterior, Santaella, para mí, tiene otro atractivo con el que seduce al visitante observador. Nosotros estamos tan habituados a él que nos pasa desapercibido; me refiero a la forma de mostrarse a quien se acerca a ella desde cualquier punto, pero especialmente, desde el norte donde se va insinuando, mostrándose y escondiéndose hasta sorprendernos. Eso, también forma parte de su Patrimonio. Cuando pasamos el camping, la carretera tiene dos curvas y contracurvas seguidas. Pues bien, al salir de la primera curva a la derecha e iniciar la contracurva, Santaella se muestra por primera vez (es la imagen que yo decía admirar desde chico), y al iniciar la segunda curva a la izquierda de nuevo aparece en todo su esplendor y así hasta que llegamos al arroyo Fontarrón, pasado el cortijo de Las Ventas, en que se nos esconde, pero, cuando subimos hasta el cambio de rasante, Santaella se nos muestra como reina y señora de sus campos y así sigue hasta que llegamos a la altura de la entrada del cortijo Garabatillo. A partir de ella, Santaella, sus elementos emblemáticos, torre y capilla, comienzan lentamente a esconderse detrás de La Muela hasta que se desaparecen por completo, de modo que a la altura del polígono ya no tenemos rastro de ellas. El viajero continúa su camino y arriba, a la altura del camino que lleva a La Mina y a El Santo, Santaella lo sorprende con la mole de su iglesia que se levanta sobre las casas que conforman el pueblo. Esa y otras sugerentes vistas lo llevan hasta la plaza donde el torreón y los lienzos de murallas terminan de sorprenderlo. En ese momento, Santaella se ha ganado al viajero.
Muchas gracias a todos por vuestro acompañamiento.
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